domingo, 27 de febrero de 2011

27 Febrero - Un Año Despues...

Por Obispo Bernardo Cartes Venegas.
Extracto Revista La Voz Pentecostal Nº46.
En la madrugada del sábado 27 de febrero, a las 3:34 a.m, debido a un poderoso movimiento sísmico el que se prolongó mas allá de lo que podíamos imaginar y, dada su intensidad, pensamos en algún momento que debíamos acatar la voluntad del Señor, reiteramos los lazos de amor que nos han unido con mi esposa en nuestra vida matrimonial y nos pusimos a orar, por nuestra familia, consiervos, sus congregaciones y nuestra patria.

Pasado el terremoto, tratamos infructuosamente de comunicarnos con nuestros hijos e hija y posteriormente, nos preocupamos con mi esposa de llamar a nuestros Pastores, lamentablemente los sistemas telefónicos estaban colapsados y caídos, además nos encontrábamos sin luz a lo largo del país.

Por medios radiales nos fuimos imponiendo de la magnitud del terremoto y tsunami el que alcanzó una intensidad de 8,8 en la escala de Richter, con una duración de 2:45 minutos y ubicándose su epicentro al frente de las localidades de Curanipe y Cobquecura, cerca de 150 km. al noroeste de Concepción y a 63 km. al suroeste de Cauquenes y, según los comentarios de los especialistas, este evento telúrico se sitúa entre los 5 más grandes terremotos registrados; la zona de impacto alcanzó a 500 km. provocando alteraciones en las costas de la Región del Maule y Biobío.

Las zonas más afectadas fueron: el Area Metropolitana, O´Higgins, Maule y Biobío.

Cuando logramos contactarnos con nuestros Pastores, empezamos a conocer la real magnitud del terremoto y, con el objeto de actuar cuanto antes, el día 10 de marzo nos reunimos con el Presbiterio Mayor y los Jefes de Sector, en la ciudad de Chillán con el objeto de tener una visión general de los acontecido. En esta reunión se tomaron acuerdos para llevarlos a la práctica cuanto antes, producto de ello es que se formaron comisiones y para este efecto los Pastores de Santiago se organizaron para visitar los Sectores dañados en el centro y sur del país, quienes levantaron levantaron un informe detallado de la situación de nuestros Pastores, la hermandad y el estado de sus respectivas Iglesias.

Los informes en muchos casos fueron impactantes y sobrecogedores, puesto que hubo Templos que quedaron totalmente destruídos, por mencionar algunos, Talca, Portezuelo, Las Lomas de San Clemente, Sauzal y Mulchén.

Posteriormente evaluamos con que podíamos contar para enfrentar esta reconstrucción y, se acordaron 3 ofrendas a nivel nacional las que se realizarían los días: 28 marzo, 30 mayo y 1º de agosto, dinero que se ha distribuido a las diferentes Iglesias que están en el proceso de restauración de sus Templos.

No estuvieron ajenas a este doloroso momento nuestras Filiales, en especial, EE.UU, encabezada por su Presidente Rev. Rodrigo Zúñiga Labra quien, nos hizo llegar su generosa cooperación.

Además, me correspondió coordinar la ayuda que la Iglesia de norte a sur nos hizo llegar, para ello se organizó un centro de acopio en la Iglesia de San Bernardo-Esmeralda y otro en la Iglesia de Chillán, y desde estos lugares salían los camiones hacia los lugares afectados.

Hubo casos especiales como el de las Iglesia de Punta Arenas quienes asumieron la responsabilidad de construir la Iglesia de Sauzal.

A todos mis Pastores y sus congregaciones, deseo agradecerles su preocupación y generosos aportes, oro a mis Dios para que su bendición sea abundante y remecida.

Muchas de nuestras congregaciones que perdieron sus Templos, se reunieron en plazas y lugares públicos para testificar nuestra fe, compartiendo con aquellos vecinos que también estaban damnificados y atemorizados, los cánticos, oraciones y la poderosa Palabra de Dios.

Me correspondió estar en terreno en diferentes lugares y en múltiples momentos, para evaluar la situación, entregar la ayuda recibida, dar el apoyo económico reunido por la Iglesia a nivel nacional y en cada oportunidad pude ver a mis consiervos íntegros, con una fe plena en el apoyo de Dios, algunos enfrentado la demolición de sus Templos, poniendo en marcha la reconstrucción de sus Locales, Iglesias o casas pastorales, o bien apoyando a la hermandad de sus congregaciones que habían sido afectados, pero por sobre todo pude apreciar como esta Iglesia Centenaria mantiene esa fuerza espiritual que solo el poder del Espíritu Santo nos entrega.

Dios bendiga poderosamente a mis Pastores, sus familias y congregaciones

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