Es corista del Señor, el hermano de buen testimonio, conocido de la congregación que es honrado para pertenecer al Coro de la Iglesia.
Como corista de una Iglesia Pentecostal, el hermano o hermana que integra un coro, debe demostrar siempre su amor por la obra del Señor en la función que tenga, sea instrumental o vocal.
Es el que debe estar primero en las predicaciones a la calle y en las reuniones en los templos. El que obedece las ordenes de su Jefe de Coro, asistiendo siempre a los ensayos, cantando y tocando con el cuidado, concentración y fineza de quien lo hace para Dios.
Es la persona que entiende que el Coro que integra es el espejo de la Iglesia y tiene un jefe visible, pero que por sobre ese jefe es el Señor quien recibe la alabanza y por amor a El canta y toca. Y como sabe que es parte de ese “espejo”, se comporta y presenta adecuadamente, con orden en su actuar y orden en su vestir. Respetuoso, solicito a prestar la cooperación necesaria y estregarla aun sin que se le requiera. Que no arma desorden ni es conflictivo y reconoce que toda la honra y gloria es para Dios.
Es el corista de Señor, el hermano siempre dispuesto a escuchar, aprender, a ser corregido y ser disciplinado, pues el Maestro es Jesucristo y El ha preparado instructores para que lo enseñen y eduquen en su canto para Dios.
Es el que se ve siempre aseado, formalmente vestido, pues en cada reunión o servicio tiene un encuentro con el Señor de los Señores y para El debe presentarse lo mejor posible.
No es el que mastica chicle en el templo, ni los pega en las bacas, ni hace sufrir al jefe de coro, al predicador o al Pastor. No es el que insulta ni “aclara” con insolencia y escándalos ante el coro o la congregación, disfrazándola de falsa franqueza.
El verdadero corista del Señor es el que sirve y busca a Dios, el que reconoce que, si canta o toca bien uno o varios instrumentos musicales, o sabe dirigir o coordinar actividades de coros, se lo debe a Dios, pues todos los dones vienen del Creador.
Es el hermano temeroso del señor, que sabe que todo lo de Dios es sagrado y no presta ni su boca ni sus instrumentos para cantar o tocar música profana, pues está consagrado a su Señor.
El que no toca melodías ajenas ni mundanas para experimentar con alabanzas que un día Dios inspirara y que tantas bendiciones han significado. El que guarda, como un tesoro muy preciado, las melodías y letras de himnos y coritos y los canta con fervor y cariño, pues esta riqueza de Dios, que son sus cantos sagrados, les entrega que hace crecer y revivir su vida interior, su espíritu.
Es el que guarda la llama viva de Dios en su corazón, pues es miembro de la orquesta de Señor y estas orquestas son pentecostales, ordenadas, disciplinadas, pero vivas en el espíritu de Dios y por tanto, comprende que como parte del coro debe preocuparse de aprender, de conocer el arte y las técnicas de la música y el canto; pero sobre todo, de que esa música y canto especiales, sublimes, pues son para Dios.
Ese es un corista del Señor.
Texto Extraido desde Facebook, publicado por un hermano en Cristo
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ResponderEliminarSi así es...Dios le bendiga mucho por esta reflexión... Bendiciones para todos.....
ResponderEliminarHermoso!! ❤
ResponderEliminarBendiciones
Amen estoy de acuerdo
ResponderEliminarPorque oy en día ay muchos hnos y hnas tocando en el coro pero no tienen el llamado del señor para ser integrante de un coro.